25 agosto 2014

No fue el silencio





Padre, que tu sexo sí era la palabra,
no tu carne.

Era la fe calcinada que habla entre
el quejido de un enfermo que se vomita
a sí mismo y la voz atrapada en los muslos.

Padre, que me he herido
transversalmente y he hecho una cruz
donde debió estar tu existencia.


4 comentarios:

  1. La existencia de uno que se vomita a sí mismo no debería dejar de ser.

    Un abrazo!

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  2. Escribí su nombre en Google y llegué acá, a este blog, que se mueve como un libro vivo que se construye a sí mismo.

    Ah.
    La poesía da vida y, como decía Panero, la destruye.

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  3. Son muy buenos "Podría no ser un vientre
    y sólo ser la ausencia alojada" y
    tu poema Cóncavos también me ha gustado muchoo

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